¿REALIDAD O UTOPÍA?
La tecnología educativa es el “uso pedagógico de herramientas y equipos asociados a la tecnología; que permiten mediar y facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje” (CVUDES, 2018). Seels & Richey (1994) la definen como “la combinación de la teoría y la práctica para diseñar, desarrollar, utilizar, organizar y evaluar los procesos y recursos del aprendizaje”; ésta forma de plantearla lleva a reflexionar sobre la presencia de la tecnología educativa en cada aspecto del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Es cierto que varios países le otorgan un lugar importante a la tecnología educativa frente a la formación de sus habitantes, pero muchos como Colombia, no la asumen respaldada por políticas nacionales claras de educación y tecnología. En ese orden de ideas, no se identifican necesidades o se identifican sesgadamente; las metas a corto, mediano y largo plazo no guardan conexión entre sí; se diseñan programas y proyectos que se ejecutan sólo hasta cierta parte o en ciertos sectores; son escasos los recursos en diversas regiones del país; no se monitorean acciones; poco se evalúa el impacto de las actividades y por tanto es poco lo que se puede retroalimentar para mejorar.
En nuestro país esa falta de claridad en el diseño y ejecución de políticas sobre educación y tecnología, se hace evidente en escenarios como la segmentación o dificultad que tienen muchos estudiantes para acceder a recursos tecnológicos y a internet, lo que representa clara exclusión o discriminación.
Se observa también una visión limitada o miope de lo que es llevar la tecnología a las escuelas, cuando las autoridades se dedican sólo a la dotación de equipos, sin acciones complementarias permanentes.
De igual manera es cuestionable la falta de una lectura del contexto cuando se piensa integrar lo tecnológico y lo educativo, de manera que se desarrollan acciones incoherentes, poco o nada pertinentes, desconectadas del enfoque y el modelo pedagógico institucional.
Del mismo modo se aprecia la resistencia de algunos profesores ante lo relacionado con la tecnología, lo que impide en muchos casos que quienes lideran la enseñanza puedan hallar lenguajes comunes y formas de conexión con sus estudiantes, muchos de ellos aventajados en manejo de las TIC.
Es importante superar estos desfases, para que se pueda pasar de escenarios tecnócratas a escenarios holísticos en el diseño de currículos permeados por las TIC como medio y no como fin.
Cuando un país reconoce que la educación es un factor de desarrollo, todos los esfuerzos sociales, políticos y económicos se dirigen a la búsqueda de la calidad y su sostenibilidad, pues se entiende que con más preparación de los miembros de la sociedad se pueden lograr avances en ciencia, tecnología, investigación e innovación, de manera colaborativa y siempre pensando en el beneficio de todos como nación.
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